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Los intelectuales, ¿qué son? (Por: Alejandro Vázquez Cárdenas)

El autor de este artículo es el reconocido Doctor Alejandro Vázquez Cárdenas
El autor de este artículo es el reconocido Doctor Alejandro Vázquez Cárdenas

Podemos concluir que no existe un criterio uniforme para definir con total exactitud y en forma inequívoca quién es y quién no es un «Intelectual». Lo que para un grupo respetable de ciudadanos es un arquetipo de intelectual, para otro grupo de ciudadanos, igual de respetable, es simplemente un hábil charlatán.

Morelia, Michoacán, 26 de marzo de 2019.- La muy popular y no siempre exacta Wikipedia nos da una definición más o menos sencilla : “Intelectual es el que se dedica al estudio y la reflexión crítica sobre la realidad, y comunica sus ideas con la pretensión de influir en ella, alcanzando cierto estatus de autoridad ante la opinión pública. Es una persona proveniente del mundo de la cultura, como creador o mediador, interviene en el mundo de la política al defender propuestas o denunciar injusticias concretas, además de producir o extender ideologías y defender unos u otros valores”

Una característica del término “intelectual” es está dotado de un valor de prestigio. Se entiende que esa actividad tiene una dimensión y una repercusión que se consideran valiosas. Pero hay un problema, en muchas ocasiones, la aplicación del término depende del grado de afinidad ideológica, política, etc. que tenga quien lo aplica con respecto de la persona que se esté considerando

No existen, por tanto, criterios absolutamente objetivos para identificar como intelectual a nadie. Se trata de una palabra cuyo significado está matizado por percepciones sociales, lo que la convierten en vaga e imprecisa.

El ciudadano común, consumidor de programas televisivos de deportes, chismes, telenovelas y bioseries al hablar de «intelectuales» imaginan a individuos que suponen cultos, expertos en letras y en arte, generalmente de lentes, habitualmente vestidos con estudiado descuido, que suelen participar en las mesas redondas, paneles, foros etc. televisivos y radiofónicos, y que además con frecuencia tienen una columna en algún periódico o revista.

Podemos concluir que no existe un criterio uniforme para definir con total exactitud y en forma inequívoca quién es y quién no es un «Intelectual». Lo que para un grupo respetable de ciudadanos es un arquetipo de intelectual, para otro grupo de ciudadanos, igual de respetable, es simplemente un hábil charlatán. La escritora que para muchos es una maravilla literaria, para otros es simplemente una mediocre pergeñadora de historietas, pero eso sí, con buenas relaciones sociales.

Un dato curioso, muchos gobiernos, sobre todo los de corte dictatorial de «izquierda» sienten la necesidad de arroparse en el prestigio de los intelectuales, y vaya que en muchos casos lo logran con facilidad, el caso más conocido quizá sea La Casa de las Américas en la Cuba castrista, ya que en verdad no resulta difícil comprar a muchos de estos individuos; todos tienen un precio; puede ser un galardón, poder económico, poder académico etcétera. Todos tienen un ego inmenso.

¿Se equivocan a veces los intelectuales? Contundentemente podemos afirmar que sí. Y vaya que bastante. Unos cuantos ejemplos: Carl G. Jung, uno de los padres de la psiquiatra, en 1939, durante una entrevista, se confesó impresionado por “la mirada soñadora” de Hitler; decía que en los ojos del Führer “se encuentra la mirada de un vidente, Hitler es el altavoz que amplifica el murmullo inaudible del alma alemana.” Werner Karl Heisenberg, Premio Nobel como creador de la física cuántica y del Principio de Incertidumbre, fue un nazi convencido; durante la 2ª Guerra Mundial Heisenberg trabajó para el Departamento de Armas del Ejército junto al también físico y químico Otto Hahn (descubridor de la fisión nuclear, Premio Nobel también), y su labor tenía como objetivo conseguir la fabricación de la bomba atómica. Poco les faltó. Otro, Knut Hamsun, Premio Nobel de literatura, admirador hasta el fin de su vida de Hitler y la Alemania nazi. Nunca se arrepintió. Menciono otros de similar calibre, todos fervientes defensores de la doctrina nazi: Celine, D’anunnzio, Heidegger, Ezra Pound. Todos de primerísima línea, no de medio pelo como algunos que se autonombran «intelectuales» en nuestra sufrida latinoamérica.

Quizá lo más coherente y descriptivo sobre el hacer y el pensar de un intelectual lo menciona Savater en el siguiente texto: «Considero intelectual a todo aquel que trata a los demás como si fueran intelectuales o para que lleguen a serlo. Es decir, quien se dirige a la capacidad de razonamiento abstracto que hay en los otros y la reclama frente a las urgencias sociales o políticas del momento. Será así intelectual el que no pretende hipnotizar a su público, ni intimidarlo, ni reconvenirle o exaltarle, ni meramente entretenerle, ni chocarle o desconcertarle, sino que aspira a hacerle pensar. Los que se comportan de este modo son intelectuales, aunque su profesión habitual sea la de payaso de circo, albañil o bombero. Y quienes solo magnetizan o deslumbran no merecen ese nombre, por muchos títulos académicos que posean… «

Estoy de acuerdo

Alejandro Vázquez Cárdenas

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